lunes, 15 de noviembre de 2010

¡LA MEMORIA HISTÓRICA, UNA NECESIDAD DE TODOS!


No es fácil padecer un suceso de violencia, no es fácil tener que abandonarlo todo por presión de otros y más aún cuando hay una manifestación directa de violencia, como la muerte de un familiar, amenazas y/o torturas.
Han existido diferentes forma de desplazamiento forzado, y la mayoría de estas tienen un perfil legal, pues muchas personas fueron obligadas a firmar escrituras, donde certificaban una venta de sus tierras. Esta característica complica las versiones cuando a la hora de pedir o reclamar sus derechos, las personas que han sufrido un desplazamiento forzado, tienen su versión en tela de juicio y a la hora de pedir su reparación, legamente según el estado no pueden reclamar estas tierras, aunque ya éstas estén pasando por un proceso de extinción de dominio.
Otro aspecto que hace más difícil la recuperación de la verdad, es que algunas personas ha aprovechado esta situación para recibir o reclamar auxilios del gobierno, aunque esto se ha dado en un porcentaje muy bajo, el paradigma creado por esa irregularidad aleja la posibilidad de conocer la verdad o mejor aún, desanima a las personas que están pasando por una situación de desplazamiento, promoviendo el silencio por temor a que no se crea la verdad.
Según lo expuesto anteriormente en el fenómeno del desplazamiento forzado se manejan paradigmas extremos de violencia y miedo, ante una amenaza de unos que poseen el poder y que han permeado las estructuras del estado en sus diferentes ramas. Es por esto que la memoria historia se constituye en una pilar para la superación del trauma psicosocial que sufren la personas que se encuentran o que pasaron por una situación de desplazamiento forzado; quién, Cómo, Cuándo, Dónde y demás detalles que el olvido promueve para silenciar victimas y favorecer nuevos episodios similares o peores.  
No puedo continuar este escrito sin citar un acontecimiento personal que me ha pasado recientemente, donde fui golpeado física  y psicológicamente, calumniado y desterrado de mí trabajo por presiones ilegales,  llamadas amenazantes y visitas a mi casa de personas encapuchadas que comunicaban a mis vecinos que deseaban matarme. A pesar de estar en un contexto urbano, de poseer una educación universitaria, tal vez con algunos conocimientos amplios de la ley y los derechos que me cobijan, pude sentirme solo y desamparado abandonado por amigos, instituciones, la justicia, quienes tenían su propia percepción de la realidad, diferente del infierno que yo estaba pasando. Esos hechos empezaron el 15 de Marzo del presente año; una de las estrategias que tuve fue escribir mi experiencia y compartirla via mail, con mis familiares y amigos. Deseaba ser escuchado y contarlo. A pesar del tiempo que ha pasado aún estoy contándolo a diferentes personas he instituciones, es por esto, que no he podido mantener la cordura científica de un escrito en tercera persona, pues desde que empecé a leer de memoria histórica, he descubierto la necesidad de citar mi ejemplo. 

Tal vez este tema no está relacionado plenamente con el desplazamiento forzado desde un contexto rural, pero si fui desterrado de mi trabajo, de mis compañeros de trabajo de mis estudiantes, de mi parroquia y por prevención me tocó cambiarme de residencia. Es por esto que es de vital importancia abrir canales reales y honestos de recuperación de la memoria donde las personas que ha sufrido este desplazamiento, el cual no es meramente físico y por ende tener claro que la memoria «es sobre todo un acto social más que un contenido mental individual» (Middleton y Edwards, 1990 citado por Gaborit, 2006). Las personas que han pasado un proceso de desplazamiento forzado necesitan resignificar el episodio pues, la recuperación de la memoria histórica facilita poder vivir en verdad y desde la verdad y, en consecuencia, posibilita la salud mental y social de las personas afectadas, en especial, de aquellos que se encuentran en etapas críticas (ver Martín-Baró, 1988).
            En un país como el nuestro donde los derechos no se pueden garantizar para todos sus ciudadanos, “la memoria de lo acontecido, además de tener un valor terapéutico colectivo, sienta las bases para un respeto sostenido a los derechos humanos” (Gaborit, 2006).
            Es éticamente necesario que como psicólogo podamos dar plena importancia a la resignificación desde un proceso clínico terapéutico individual, al igual desde una intervención psicosocial, promover programas que incluyan la recuperación de la memoria, con estrategias necesarias que permitan el conocimiento de la verdad vívida y no la verdad impuesta por otros que poseen poder y maquinarias de violencia.


lunes, 1 de noviembre de 2010

Violencia Sociopolítica: Una Visión Psicosocial del Desplazamiento Forzado en Colombia


Conceptualización de la problemática

El desplazamiento en Colombia es un problema de todos. Su nacimiento se da a partir de las guerras internas, en Colombia se estima que ha existido conflicto interno desde hace 200 años, desde la misma independencia.
Según un estudio realizado en los 90´, se estimó que cada hora fueron desplazados dos hogares por violencia en Colombia. Es decir, cada día de 1995 fueron desplazados 195 personas integrantes de 47 hogares compuestos en su mayoría por mujeres y niños provenientes del campo, como consecuencia de acciones contra la población civil de grupos paramilitares, guerrilleros, fuerza pública y otros actores armados. El número de desplazados en Colombia en 1995 fue de 750 mil.

El gobierno, a través de la Red de Solidaridad Social de la Presidencia de la República (RSS) administra el Sistema Único de Registro (SUR), en el cual debe inscribirse la población desplazada como requisito para acceder a la oferta de atención estatal. Así, de acuerdo con la información del SUR, entre Septiembre de 1995 y Junio de 2003 se han registrado 1,148,696 personas; esta es la cifra que el gobierno reconoce formalmente como población que demanda atención por parte del Estado, y actualmente la RSS está adoptando medidas para desvincular del SUR a aquellas personas que se considere han recuperado su estabilidad social y económica. Sin embargo, es ampliamente aceptado, incluso por el mismo gobierno, que existe un sub-registro de población desplazada, debido a que muchas familias no se inscriben en el SUR. Existen para ello múltiples razones tales como: a) el temor a entregar información a entidades públicas, b) el deseo de mantener el anonimato para no ser víctima de la discriminación o para evitar nuevas amenazas por parte de actores armados, y c) las reducidas expectativas sobre la posibilidad real de recibir asistencia pronta y efectiva, entre otras. Por esta razón, la RSS administra un sistema de estimación diferente al SUR, el Sistema de Estimación por Fuentes Contrastadas (SEFC), de acuerdo con el cual la cantidad de población desplazada entre Enero de 2000 y Junio de 2003 se estimó en 753,224 personas, equivalente a 168,507 familias.

El desplazamiento ha llevado al crecimiento desproporcional de las grandes ciudades, aumentando dramáticamente la indigencia, inseguridad y muertes. Estas familias en situación de desplazamiento llegan sin nada, sin dinero, con muy pocas pertenencias o ninguna de estas, los hijos están creciendo, y solo ven en la delincuencia una forma de subsistir y de salir de la indigencia.
El desplazamiento también hace parte de la lógica de la guerra contrainsurgente, en los habitantes de zonas campesinas que supuestamente sirven de apoyo social a la guerrilla, son obligados a dejar su tierra para ser sustituidos por miembros de grupos paramilitares y de individuos simpatizantes de las mismas fuerzas armadas, es un mecanismo de re-poblamiento que por demás tiene una utilización común en el conflicto armado.
Una pregunta que se podrían hacer todos es: ¿Qué situaciones han generado el desplazamiento? Como todos saben las tres últimas décadas se ha venido desarrollando una guerra, por un lado están los 80´s y el apogeo del narcotráfico, posteriormente al principio de los 90´s este conflicto que se presentaba mayoritariamente en las áreas rurales, se trasladó al campo. Lo anterior se debió a la muerte del entonces Narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, y la captura y posterior extradición de los más importantes integrantes de los carteles de Cali y Bogotá carteles. El negocio del narcotráfico pasó a manos de la guerrilla y posteriormente la disputa con los paramilitares por dicho poder. Esta guerra entre paramilitares y Guerrilla agudizó la crisis de violencia en  Colombia,  en el marco del conflicto armado interno en Colombia se presenta un gran número de personas desplazadas. Durante las dos últimas décadas, el flujo de desplazados por la violencia ha correspondido a variaciones en las dinámicas militares y políticas de la sociedad colombiana. El desplazamiento forzado obedece, pues, a la implementación de estrategias para combatir la insurgencia y controlar la sociedad civil por parte de las fuerzas militares, así como a la acción directa o indirecta de actores armados como las guerrillas y los grupos paramilitares y de autodefensa. Entre las razones más frecuentes que promueven los altos porcentajes de desplazamiento aparecen las amenazas, torturas, masacres, desapariciones forzadas, destrucción de viviendas, así como los atentados, homicidios, bombardeos, desalojos, reclutamientos forzosos, secuestros, abusos sexuales y las consecuencias de los operativos antinarcóticos.


Contextualización del desplazamiento forzado en Colombia y en especial en Cali

Desplazados en Cali: “entre el miedo y la pobreza” es el título del estudio exploratorio realizado por la Comisión Vida, Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Cali con el concurso de Codhes en el año de 1996. En total, se encuestaron 521 jefes de hogares desplazados y se realizó un estudio etnográfico en las zonas más afectadas, en un trabajo coordinado con el proyecto de tesis Aspectos sociopolíticos del fenómeno del desplazamiento en la ciudad de Cali, realizado por Gladys Serna para acceder a la maestría en estudios políticos de la Universidad Javeriana. La población desplazada por razonas de violencia en Cali se estimó e ese entonces en 53.500 personas que integran 10.700 hogares, en su mayoría mujeres y menores de edad, provenientes de regiones agrarias o expulsadas de zonas urbanas de la misma ciudad.  En promedio, cada día llegan a Cali tres familias desplazadas por violencia, una cifra que si bien es inferior al promedio nacional de dos hogares desplazados cada hora, constituye un motivo de preocupación sobre los efectos del conflicto armado interno y la violencia en la capital del departamento del valle del Cauca. 

En la actualidad algunos estudios mencionan que esta cifra de ha incrementado 4 veces  y que aún existen muchas personas en situación de desplazamiento que no fueron y no desean ser censadas por temor a ser perseguidos de nuevo por sus victimarios. Las personas en situación de desplazamiento forzado identificados en Cali provienen de diversos lugares de la geografía nacional: Valle, Cauca, Nariño, Antioquia, Chocó, Caldas, Huila, Quindío, Risaralda, Costa Atlántica y de diferentes lugares o barrios dentro de la misma ciudad, que se caracterizan por ser el escenario de múltiples violencias que atentan contra la vida, la seguridad de personas y familias. Los desplazados se identifican en el temor y el miedo que comparten, en la indefensión y la zozobra que los embarga al vivir en un lugar que no les garantiza su seguridad.

Además del departamento del Valle del Cauca (37%), los desplazados provienen de departamento del Cauca (23%), el cual ofrece particulares condiciones de violencia, conflictos por la tierra y pobreza, que generan una migración constante hacia la ciudad de Cali. También es significativa la cifra de desplazados provenientes de los departamentos de Nariño y Putumayo (22%), zonas de conflictos relacionados con cultivos ilícitos, con enfrentamientos armados entre guerrilla y fuerza pública y con la persecución de miembros del ejército y la policía del Ecuador en esa zona fronteriza. Otra zona de expulsión de población que llega a la ciudad de Cali, y que presenta alguna relevancia en el estudio, es el departamento de Antioquia (5%) y específicamente los municipios del eje bananero de la zona de Urabá. Es probable que dentro de la tendencia migratoria de personas oriundas del departamento del Chocó (4%), empiece asentirse la presencia de desplazados por la intensidad que asume en esa región del país el conflicto armado. Las relaciones étnico familiares y la cercanía geográfica contribuyen a esta corriente de desplazamiento hacia Cali, que podría incrementarse significativamente.

Situación similar se registra en el caso de las personas en situación de desplazamiento de los departamentos de Quindío, Risaralda y Caldas (4%), que buscan en la capital del Valle una posibilidad frente a la crisis del café y las crecientes manifestaciones de violencia que se generan en esas regiones del país. El departamento del Huila (2%), los departamentos de la Costa Atlántica (1%), en especial Córdoba y Sucre, y las zonas fronterizas con Venezuela, complementan las zonas de expulsión de los desplazados por la violencia que identificó el estudio en la ciudad de Cali. Las cifras anteriores fueron sacadas  de diferentes fuentes no gubernamentales en la siguiente grafica podemos visualizar unas cifras que suministra abiertamente Acción Social.

En la actualidad aunque el gobierno asegura que no hay un crecimiento de personas en situación de desplazamiento, se presume por fuentes no gubernamentales que aún se presenta desplazamientos debido a los falsos positivo, los cuales son el fruto de la presión del gobierno a las fuerza 

“trauma psicosocial” del desplazamiento forzado


Para cualquier lector resulta fascinante y a la vez confrontador hacer lectura de los escritos de Ignacio Martín Baró, no cabe duda que el día a día en el que vivimos, el acelere de nuestras ocupaciones nos va introduciendo en un ideología determinada. Cuando se hacen revisiones bibliográficas de personajes como Ignacio Martín Baró con obras de tal magnitud, se da un paso al verdadero bienestar que los diferentes pueblos de Latinoamérica han deseado por largos años.  Frases como:     “en lugar de hablar de trastorno mental sería más útil y preciso decir que una persona se ha hallado y/o  se halla en una situación social por la que tiene unos problemas que no es capaz de resolver” Giovanni Jervis (1979), permite a los psicólogo realizar una reflexión más profunda acerca del trastorno mental y trauma psicosocial y conquistan poco apoco a los Siquiatras. 

Para  poder realizar un excelente abordaje al trauma psicosocial y en especial el de las personas en situación de desplazamiento, el psicólogo no debe ser indiferente a una realidad social circundante, una reflexión valida para poder empezar a comprender desde esta perspectiva, por ejemplo, bien puede ser que un trastorno psíquico constituya un modo anormal de reaccionar frente a una situación normal; pero bien puede ocurrir también que se trate de una reacción normal frente a una situación anormal.

Un trauma Psicosocial de puede definir como la herida causada por la vivencia de un episodio violento, es claro que esto varía de acuerdo a la capacidades particulares de cada persona, relacionadas estas con la posibilidad de superar grandes desgracias  y situaciones adversas. Otra variable a considerar en el trauma psicosocial, es el nivel o el grado de participación. Cuando ocurre un evento traumático, el sistema nervioso central pierde la capacidad de controlar los efectos de desorganización que produce la experiencia y provoca un estado de desequilibrio. Se ha identificado sucesos o condiciones que provocan reacciones físicas o psicológicas en una persona que ha sufrido dicho trauma como estrés, ansiedad, temor, depresión, pérdida de autoestima, paranoia, proceso de culpabilizar o culpabilizarse, deseo de venganza, asumir rol de víctima, empeoramiento de las condiciones de vida, desarraigo cultural, ruptura de redes sociales y afectivas, cambio en los roles de las familias, entre otras.

Más allá de una simple definición y estrategias de intervención en el trauma psicosocial de los pueblos en Latinoamérica, es importante considerar los diferentes aspectos que encuadran la problemática de la violencia y en el caso de este trabajo especifico en el desplazamiento forzado. Una persona que ha pasado por un episodio de violencia y que por dichas condiciones ha tenido que dejar sus costumbres, sus espacios y las personas de las que se rodeaba, experimenta un fuerte choque, y más aún cuando se enfrenta a la adaptación de contextos ajenos a ella.  

Finalmente resulta esperanzador la creación de espacios de reflexión multidisciplinaria, donde se motive la investigación, no solo desde el esquema propuesto y validado por algunos. Para poder intervenir con relación al trauma psicosocial de las personas que se encuentran en una situación de desplazamiento forzado es importante, partir desde la nominación misma, es paradójico que desde el lenguaje mismo se les está determinando y a la vez marginalizando al ser llamados por algunos como: “Desplazados”, es decir que esta situación pasajera y con posibilidades de recuperación económica, social y psicológica, termina siendo parte importante de la formación de personalidad de estas personas, al punto que nunca se sentirán parte de, y por ende la nuevas generaciones de estas familias sentirán este desprecio por el “resto de la sociedad”, y crecerá la posibilidad de continuar el circulo vicioso de la violencia.